Benedicto XVI sufriría de herpes zóster desde que llegó de Alemania de visitar a su hermano
Ciudad del Vaticano, 6 de agosto de 2020 (Agencias).- La salud del Papa emérito Benedicto XVI vuelve a estar de actualidad después de que se publicase en la prensa mundial este lunes que se encontraba “extremadamente frágil” debido a un herpes zóster. De este modo, citando a Peter Seewald, biógrafo del Papa alemán y que visitó al Pontífice el sábado en el Vaticano, el diario Passauer Neue Presse afirmaba que estaba gravemente enfermo.
Ante la repercusión mundial de la salud de Benedicto XVI, la Santa Sede ha emitido un comunicado en el que afirma que sus condiciones no son “particularmente preocupantes”.
El director de la Oficina de la Santa Sede, Matteo Bruni, transmitió la explicación del secretario personal de Joseph Ratzinger, monseñor Geor Gänswein, quien ha comunicado que “las condiciones de salud del papa emérito no representan particular preocupación”.
De este modo, agregó que “son las de un anciano de 93 años que está superando la fase más aguda de una enfermedad dolorosa, pero no grave”.
Dolencia que sufre desde que volvió de Alemania
Según las publicaciones de este lunes, el Papa emérito sufriría esta enfermedad desde que regresó a Roma a finales de junio, tras viajar a Ratisbona para despedirse de su hermano, el arzobispo Georg Ratzinger, al que estaba muy unido y que falleció días después, el 1 de julio.
Peter Seewald, quien el sábado pasado entregó a Joseph Ratzinger su biografía, afirmó tal y como recoge EFE que se encuentra en un estado extremadamente delicado, aunque en su encuentro se mostró optimista, a pesar de su dolencia.
Seewald afirmó que Benedicto XVI razona y mantiene la memoria, aunque su voz prácticamente es imperceptible, y que el papa emérito declaró que, si recupera las fuerzas, posiblemente vuelva a escribir unas líneas. Precisó que el testamento espiritual de Benedicto XVI ya está redactado y se hará público tras su muerte y que incluso ha elegido la antigua tumba de su predecesor, San Juan Pablo II, para reposar en la cripta de la basílica de San Pedro.